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Natalia Flores

Licenciada en Ciencias Sociales y Diplomada en Comunicaciones y Derechos Humanos

 
En un contexto de pandemia mundial y de cambio institucional como el que vivimos en Chile, es urgente y fundamental dar voz y asegurar la participación incidente y vinculante de las niñas y adolescentes en temas que les atañen.
 


LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS SON DERECHOS HUMANOS. Sin embargo, millones de niñas continúan luchando por hacer valer sus derechos. Rara vez se menciona a las niñas como un grupo importante ya sea en las políticas locales como en las internacionales y cuando se hace, no se reflejan totalmente los desafíos particulares que ellas enfrentan.

Las niñas son uno de los grupos excluidos más grande del mundo. Se enfrentan a la discriminación y al abuso simplemente por ser jóvenes y mujeres. En todas las etapas de sus primeros años de vida hasta la edad adulta, las niñas enfrentan distintas desventajas en la educación, la salud, el trabajo y la vida familiar que están directamente relacionadas con esta doble discriminación. Cuando se cruzan factores como la pobreza, la etnia o la discapacidad y donde prevalecen los estereotipos de género y las relaciones desiguales de poder, la desventaja de las niñas se magnifica.

El progreso para lograr los derechos de las niñas se ha estancado en la última década. Con demasiada frecuencia, las niñas se están quedando relegadas entre las agendas dominantes de los derechos de las mujeres y de la niñez. Los enfoques neutrales al género y neutrales a la edad están desviando así la atención en las niñas.

Si miramos cómo viven las niñas a nivel mundial nos encontraremos con cifras que nos muestran que: 32 millones de niñas en edad escolar en todo el mundo no asisten a la escuela, 41.000 niñas son obligadas a contraer matrimonio cada día, la mitad de todas las agresiones sexuales se cometen contra niñas menores de 16 años y cada día 300 adolescentes se convierten en madres: 240 por primera vez, 50 por segunda y 10 por tercera.

LAS NIÑAS Y LAS CIFRAS EN CHILE

El escenario que enfrentan las niñas que viven en Chile no dista mucho del mundial.
A partir del Informe Infancia Cuenta en Chile 2020 del Observatorio de niñez y Adolescencia, se establece que, si bien la pobreza multidimensional afecta de manera similar a niños y niñas en promedio a nivel nacional – 23%- en regiones como la Región de Arica y Parinacota, Araucanía, de Los Lagos y de Aysén, la situación es más grave para las niñas, alcanzándose niveles de pobreza mutidimensional por sobre el promedio nacional, que corresponde al 22% (2 de cada 10 niños/as son pobres)

La situación de las niñas también es crítica cuando, además de ser pobres, se enfrentan a vulneraciones de sus derechos, de acuerdo al Reporte de Monitoreo del Observatorio de Niñez y Adolescencia, y cifras de la Subsecretaría de Prevención del Delito, se establece que por cada 100 mil habitantes se registraron 247,5 denuncias por delitos de violencia sexual a niñas y adolescentes entre los 14 y 17 años, y que, del total de víctimas de delitos de violencia sexual en menores de edad, el 81% son niñas o adolescentes mujeres.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, nacen en Chile 32 mil hijos/as de madres adolescentes (menores de 20 años). El fenómeno es liderado fundamentalmente por las más pobres. Entre los hogares del 20% de más bajos ingresos, el 14% de las mujeres entre 15 y 19 años ya es madre. De ellas, una de cada diez tiene más de un hijo. En cambio, solo el 2% de las adolescentes del quintil más rico está en esa situación y ninguna tiene más de un hijo (Encuesta CASEN, 2013).
A pesar de que las cifras de embarazo juvenil han disminuido, el embarazo es la principal causa de deserción escolar y la proporción de abandono se sigue manteniendo.

De acuerdo a varias investigaciones realizadas por organismos internacionales, entre ellas la Unesco, niños y niñas ingresan a la escuela con las mismas capacidades. Sin embargo, a medida que pasan los años, comienzan a surgir las diferencias, las que se reflejan en resultados de pruebas y mediciones. Por ejemplo, en la prueba PISA de Matemática de IIº medio, los hombres obtienen 432 puntos, mientras que las mujeres logran 413. Una distancia que se amplía en el caso de Ciencias, donde ellos tienen 545 puntos y ellas 440.
En 4° básico ya se ve una diferencia donde el 54% de las niñas declaran sufrir ansiedad, frente a un 51% de los niños.
Esta brecha aumenta de manera importante al aumentar la edad, llegando a una diferencia de 12 puntos (50% en hombres y 62% en mujeres, en II medio).

Aun cuando casi la totalidad de la población infantil y adolescente efectúa tareas domésticas – un 88%- son las niñas, desde muy pequeñas, las que mayoritariamente realizan esta labor, ocupando una mayor cantidad de horas en ello (EANNA, 2012).
Es clave destacar que una proporción importante de menores de edad realizan labores de cuidado, también sobresaliendo en ello las mujeres, desde muy temprana edad, y aumentando su participación, a medida que crecen. Así, entre los 15 y 17 años, la participación de las mujeres en el cuidado de personas es ostensiblemente mayor: un 31% versus el 20% de sus pares masculinos (EANNA, 2012).

¿CÓMO PODEMOS REAFIRMAR LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS COMO DERECHOS HUMANOS?

A pesar de los acuerdos hitos y las promesas para abordar la igualdad de género, millones
de niñas de todo el mundo aún no pueden reclamar sus derechos. Es hora de actuar.
hablemos del derecho a ser niñas. ¿Cómo lo hacemos?

  1. Abordando la doble carga de discriminación basada en el género y en la edad de las niñas, y comprometiéndose con la realización de los derechos de las niñas.
  2. Tomando medidas para cerrar la brecha entre los derechos de las mujeres y de los niños y niñas que actualmente invisibilizan a las niñas.
  3. Garantizando que las normas y marcos para la producción de las futuras políticas nacionales y acuerdos internacionales reflejen de mejor manera los desafíos que enfrentan las niñas.
  4. Exhortando a los Estados a cumplir con los estándares internacionales que promueven los derechos de las niñas.

Pero, sobre todo, en un contexto de pandemia mundial y de cambio institucional como el que vivimos en Chile, es urgente y fundamental dar voz y asegurar la participación incidente y vinculante de las niñas y adolescentes en temas que les atañen.


Garanticemos #ElDrechoAserNiñas.

 

 

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